Diseño propio
Como diseñadores nos encanta estar involucrados en los procesos de materialización de nuestras ideas, y es que no concebimos la separación del proceso de diseño del proceso de fabricación.
Desde nuestra esencia creativa, la posibilidad de estar en contacto con el material que será utilizado para hacer un objeto aporta mucha información vital para un desarrollo completo del proceso, de esta manera podemos establecer un proceso creativo bidireccional, desde que detectamos una necesidad hasta que la convertimos en objeto, pasamos por procesos experimentación con la materia, estudiamos factores tanto técnicos como sensitivos, que acaban redefiniendo el diseño inicial.
Diseñamos para fabricar, está en nuestro ADN el detalle constructivo, por eso no solemos crear sin saber como lo vamos a materializar, aunque la creatividad a veces nos lleva fuera de nuestros procesos habituales, acabamos encontrando la manera de hacer las ideas realidad: probando.
Toda esta experimentación se ve reflejada tanto en el proceso de producción como en el producto final, pudiendo ir dentro de cada paso para crear una pieza, podemos observar mejoras significativas en la optimización del tiempo,